domingo, 9 de diciembre de 2012

Bertolt Brecht “no acepten lo habitual como cosa natural, pues en tiempos de desorden sangriento, de confusión organizada, de arbitrariedad consciente, de humanidad deshumanizada,
nada debe parecer natural, nada debe parecer imposible de cambiar”.


En momentos como los actuales donde los “thik tanks” conservadores, apoyados por las inversiones financieras, organizan bien sus argumentos pretendiendo presentar cualquier ejercicio de pensamiento crítico como algo subversivo y contrario al orden social vigente, es preciso, igual que siempre o más que nunca, agudizada la mirada, desmantelar los discursos cargados de eufemismos y romper el silencio de los hechos, por amargo y doloroso que sea, para acercarnos a la verdad porque, como bien señalara el preclaro Juan de Mairena: “la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”.
En nuestro presente, donde la amenaza de prohibición pronto se instaurará para no transparentar los ojos de los perdedores, se hace necesario explicar los mecanismos que crean y reproducen la desigualdad, a quién beneficia y por qué el actual orden de cosas.
Un problema (la privatización  y el decretazo en la sanidad, los recortes en educación y en servicios sociales y en dependencia, los desahucios, la retirada –sin miramientos- de la Renta Mínima de Inserción, la limitación a la regularización de los ciudadanos europeos, las tasas judiciales, etc) no es nunca neutro, supone una opción, ideológica más quepolítica. Precisamente por eso, debemos hacer el ejercicio de “desenmascarar” esos presupuestos ideológicos que están en la base de las decisiones políticas porque las cosas, nunca son como son sino como queremos que sean.
José Saramago “creo que nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos. Ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven”.

 La forma en que miramos a la sociedad y sus problemas, la forma en que miramos lo que pasa y nos pasa, nos acerca y a la vez nos aleja de la realidad. Aunque veamos muchas cosas, solo miramos unas pocas. Mirar profundamente requiere esfuerzo y paciencia, requiere aprendizaje por nuestra parte. Aprender a mirar hasta llegar a ver y que se nos abran los ojos: los de la sensibilidad y los de la razón. Aprender a separar opiniones de hechos. Ver como son las cosas. Entender por qué las cosas son cómo son y atisbar cómo podrían llegar a ser. Mirar con los ojos muy abiertos las engañifas políticas, las tragedias, el dolor, las injusticias de nuestro tiempo…
No cabe ser ingenu@s. Ver no es nada fácil y comprender aún lo es menos, pero con frecuencia no vemos adecuadamente, no porque no sepamos ver, sino porque no queremos ver, porque no nos dejan ver o por las tres cosas a la vez. Pero, para ver esa otra realidad, necesitamos de buena información y de mucha reflexión. Y eso cuesta. Informarse, pensar, comprender, no es tarea fácil.
Sólo con capacidad crítica, tiempo y esfuerzo se aprende a mirar mejor y entender lo oculto, lo invisible. Al aprender a mirar, los ojos quizás nos duelan, pero entenderemos mejor, nos haremos más responsables y nos daremos la oportunidad de participar en la mejora social. Querer ver da fuerzas para reflexionar, para retirar las cosas de las manos de los vendedores de falsas realidades, para ser más lúcidos, para vivir más dignamente y, sobre todo, para contribuir a cambiar las cosas.