miércoles, 9 de enero de 2013


Y tú ¿que crees que podemos hacer?








¿Qué está pasando en los Servicios Sociales? 
Estamos asistiendo a un auténtico desmantelamiento del Estado del bienestar. Son muchas las voces que lo están denunciando y muchas las pruebas que se nos ofrecen día a día. Hay una tendencia muy poderosa, promovida desde el ámbito de la política del Gobierno, para desprestigiar y debilitar todo lo público, haciendo que parezca ineficaz y caro y es la Comunidad de Madrid una de las Comunidades que más secunda esta lógica. Ya vemos lo que está pasando con su Sanidad.
 En relación con los Servicios Sociales, me parece que los trabajadores y trabajadoras sociales madrileños no estamos tomando suficiente conciencia de hasta qué punto este sistema público de protección está poco visibilizado, genera confusión en la población y es poco importante para  la clase política, aunque sean más necesarios que nunca para contribuir a  garantizar unos mínimos de bienestar social. Tal como señala el artículo con el que está relacionada esta reflexión, este área de la Administración se entregó a partir de la promulgación de la Constitución a las Comunidades Autónomas para que lo pusieran en marcha, lo que dio lugar a que se fragmentara en 17 modelos distintos, nombrándose y concibiéndose de modo diferente en cada territorio. Actualmente en los Servicios Sociales públicos, en una situación de crisis económica como la actual que está sirviendo como coartada para la aplicación de recortes y otras muchas medidas restrictivas a la población, se está favoreciendo el desplazamiento de su gestión hacia grandes ONGs, algunas de ellas muy vinculadas a la iglesia católica, lo que va dejando con muy poco peso a este joven sistema  de protección social.
Es el momento de que  nos posicionemos para mostrar el lado más comprometido que tenemos como profesionales de lo social, ayudando a visibilizar  la pobreza, la exclusión, la desigualdad y la injusticia social. La ciudadanía más necesitada y vulnerable está aceptando, resignadamente, el recorte de sus derechos y prestaciones sociales y hemos de ayudarles a tomar conciencia de que, las decisiones que les afectan podrían plantearse de otra manera, con el fin de que puedan exigir lo que los políticos les niegan. También como trabajadoras y trabajadores sociales, hemos de hacer ver a los políticos todo lo que representan dichos recortes y quienes son las víctimas de sus políticas, que recortan o niegan las prestaciones que en su día pretendía garantizar el Plan concertado para las prestaciones básicas de Servicios Sociales.
Las ideas que se mueven en el ámbito de la Economía crítica, intentan desactivar el lenguaje y los conceptos que desde la ortodoxia económica neoliberal se utilizan para justificar esta pérdida de democracia que implican los recortes, reformas y mercantilización, no sólo de los Servicios Sociales, sino de todo el sector público.  Los grupos empresariales más poderosos están recibiendo grandes cantidades de prebendas y dinero de las arcas públicas para hacer negocio. La gran opacidad y ocultación (apoyada por la mayoría de los medios de comunicación) que envuelve dichas operaciones, está favoreciendo el desmantelamiento y venta de lo público. Es importante por ello que intentemos comprender lo que está ocurriendo en nuestro país, así como las posibles alternativas para hacer frente a esta crisis que la población no ha generado. Para ello, os invito a que busquéis algunos artículos en la página web de Attac (www.attac.es) o de Econonuestra (www.econonuestra.org), donde podréis comprender de una manera sencilla , qué piensan sobre la realidad económica y política que estamos viviendo, distintos profesores de Economía y de otras disciplinas de varias Universidades, así como diferentes profesionales progresistas.
Actualmente, estamos asistiendo a una guerra no convencional pero igualmente destructiva. Es la guerra del capital (los grandes grupos financieros y empresariales) que, en connivencia con los políticos,  lucha contra los grupos sociales menos poderosos. La modernidad aportó el concepto de razón y cambió el modo en que se producían y gestionaban los conflictos, pero, al día de hoy, dicha razón está utilizándose para encubrir y legitimar las estrategias del poder. Es la razón la que se utiliza para apoyar el pensamiento hegemónico y la que deja sin capacidad de defensa a la población que menos relacionada está con la información. La posmodernidad apoyó nuevas y necesarias maneras de entender la libertad de las personas pero, inserta en el  capitalismo, ha generado también una perversa dinámica en donde se ha impedido regular muchos de los comportamientos que, dejados al terreno de la libertad individual, han sido aprovechados por los poderes neoliberales.  La consecuencia de ello es la fuerte individualización  que produce esta socialización y que genera deseos muy orientados a satisfacer al propio sujeto y muy poco orientados hacia el bien común. Dice Beatriz Gimeno que en las sociedades capitalistas actuales, se han perdido las connotaciones emancipadoras de la libertad y que ésta, si la entendemos en un sentido no liberal, tiene que conjugar la libertad personal con la necesaria cooperación entre iguales.

Una vez aquí, ¿qué hacer? ¿cómo podemos defender y apoyar el refuerzo y consolidación de los Servicios Sociales públicos? Dice Zygmunt Bauman que la incertidumbre es el hábitat natural de la vida humana, pero la esperanza de escapar de ella es el motor de nuestra búsqueda vital. La principal contradicción de la condición existencial destinada a convertirse en la característica casi universal de la vida moderna es la tensión perpetua entre la seguridad  y la libertad, valores ambos muy codiciados e indispensables para una vida feliz pero terriblemente difíciles de conciliar y disfrutar conjuntamente.  Tal vez sea por eso que, en estos tiempos en los que se debilita la democracia, que requerirían fuertes movilizaciones ciudadanas (por supuesto, también se están dando, especialmente en las grandes ciudades), muchas personas andan refugiándose en el terreno de lo privado (la seguridad), protegiéndose con sus afectos y esperando no tener que entrar en el conflicto emocional que supone la defensa de la libertad.

Tal vez porque los Servicios Sociales públicos fueron creciendo en los años 90 privatizándose, no parece que haya muchos profesionales que, más allá de estar perplejos y asustados, estén viviendo los recortes como una pérdida importante.  Quizá por eso, los trabajadores y trabajadoras sociales seguimos siendo un colectivo al que le cuesta luchar para defender el ámbito público en el que trabajamos y los derechos de los ciudadanos a los que atendemos.
Sin embargo, si nos dedicamos a proteger la intimidad y defender “lo nuestro”, ¿qué pasará con lo que era “de todos”? El neoliberalismo sólo busca su propio interés y se mueve atravesado por un deseo insaciable. Para ello no duda en utilizar todas las estrategias que contaminan los discursos disfrazándolos de “racionales”. Si esta guerra es básicamente ideológica y se apoya en las ideas, la razón y el lenguaje que dicha razón necesita, hemos de combatirla también con razones, ideas y acciones colectivas que, desde una nueva ética que politice o repolitice el bien común,  podamos defender lo que nos pertenece a todos.


Carmen de Burgos




Os invitamos a leer este artículo sobre los Servicios Sociales :

Los servicios sociales: el desconocido sistema de protección social (Pinchar aquí)